24 de abril de 2024
Actualidad

La verdadera cara del cartel de la Semana Santa de 2020

UN CARTEL DISTINTO PARA UNA SEMANA SANTA EXCEPCIONAL.

Que esta es una Semana Santa distinta de todas las que alcanzamos a conocer, es algo que estamos viviendo día a día. Una Semana Santa diferente y muy distante de lo que nos hubiera gustado fuese. Así, desde la Tertulia “El Atril”, compuesta por los pregoneros oficiales de la Semana Santa granadina, hemos creído que debería anunciarse –y perpetuar en la memoria colectiva de esta generación y de las que han de venir–, que 2020 ha sido un año atroz.

Si nuestro cartel inicial, realizado al principio del año, presentaba el “deber ser”, este que hoy descubrimos, anuncia lo que “es”, pretendiendo, además, que deje constancia de lo que “ha sido”.

Pero no queremos que en él veáis sólo un tiempo que, más pronto que tarde, Dios lo quiera, será  únicamente un recuerdo, un mal recuerdo.

Deseamos, y es nuestro anhelo principal, agradecer y homenajear a todos cuantos hacen posible que aún gocemos un mínimo de tranquilidad. Los servicios esenciales de nuestra España siguen funcionando, y lo hacen gracias a mujeres y hombres, que, como nosotros, están sumidos en los mismos miedos y tribulaciones, pero, también, llenos de esperanza.

Cuerpos de Seguridad, militares, agricultores, pescadores, transportistas, repartidores, tenderos, personal auxiliar, y tantos y tantos otros –estoy pensando en los funcionarios, los de prisiones, por ejemplo– que sería prolijo y quizá imposible de enumerar en su totalidad.

Queremos recordar también a todas aquellas personas, muchas de ellas cofrades, e impulsadas por sus respectivas hermandades, han participado en la elaboración de mascarillas y batas quirúrgicas, han repartido alimentos a personas ancianas o impedidas de poderlos adquirir…

 A todos ellos gracias.

Pero, si hay un colectivo que batalla en primera y, a veces, en última línea, es el Cuerpo de Sanidad de nuestro país: médicos, enfermeros, celadores, auxiliares, limpiadores…, que con alto riesgo de su propia vida, han hecho honor a su juramento y luchan con denuedo para vencer la pandemia.

Y, por supuesto a los enfermos, a todos los que desgraciadamente, han contraído la enfermedad y la están sufriendo en casa, o en una institución hospitalaria.

A ellos, especialmente, y a sus familiares, va dedicado este cartel.

En él, Jorge Marín, su autor, ha querido plasmar la labor generosa de la profesión médica, y lo ha realizado poniéndola en manos de quienes, para nosotros los cofrades, constituyen la mayor esperanza: la Madre Dolorosa y Jesús sufriente. Un mensaje de Amor y cercanía que pretende sea similar al que nos envían a cada uno de nosotros nuestros Titulares.

Con la mirada puesta en el final feliz que a todos confortará, el restablecimiento de los enfermos –la Resurrección a la Vida–, hemos querido trasladaros nuestros sentimientos.

Como dice el salmo 23, “El Señor es mi Pastor, nada me falta…”.

A modo de presentación del cartel, el pregonero de la Semana Santa de 2008, José Manuel Rodríguez Viedma, ha realizado unos versos para dar a conocerlo.

HOY ES SEMANA SANTA
Hoy es, y con ello basta,
el día del júbilo en la calle
y de almendra garrapiñada;
de los brazos de una madre
que nace para llevarla en andas
por todas las calles chicas,
por todas las grandes plazas.

De que no falte detalle,
de insignias en las solapas,
de incienso, de flor y cera,
de varales, de niño y palma.

Hoy es, y con ello me basta
el día de los suspiros grandes
atrapados en la garganta,
de hospitales y de cirineo,
de mascarillas y de batas,
de Soledad de Nuestra Señora
de belleza inmaculada
a los pies de este redoble,
de silencios en las camas.

Hoy es, de todas las formas
indescriptible amor sobre Granada,
de dolores y de coronas
¡pues toda madre es coronada!
las que sufren y las que lloran
las que gritan, las que callan.

El día de mayores súplicas
de saetas que dan palmas,
desde todos los balcones
sobre las blancas fachadas.

 

De mi barrio engalanado
con la mejor de las miradas,
entre cristales opacos
entre alhambreñas ventanas.

Y abajo, en la calle,
sin que un varal meza la fragua,
yo siento sonar de veras
la más hermosa de las marchas.

No hay tambores que ejerzan
compases entre las ramas,
ni cornetas en surtidores
que manen sobre las aguas.
Y sin embargo yo siento
que no ha de faltarme de nada.

Ahí abajo está Dios,
en este Domingo de palmas
al que no le falta una flor
que poner justo a sus plantas.

Ahí abajo está Díos
Hoy es, y con ello me basta;

Mi plaza es el comedor
mi retablo, la mejor estampa,
mi cirio, una oración,
mi chicotá, paciencia y calma.
Mi “al cielo” por los que se van,
mi requiebro, por los que faltan,
Mi capillo, dominio y paz,
mi cíngulo, silencio al alba
y en todo rincón que se tercie;
mi casa, ¡Semana Santa!

Ahí abajo está Dios
y lleva de estreno una saya
y en la cintura un cordón,
con la flor de la naranja.

Ningún martillo ha de sonar
para que camine a sus anchas.
Todo rezo, es capataz,
y toda su cruz mi templanza.

Abrir cofrades siempre el alma
sin poner cerrojo en esta huerta.
No perderse en el detalle
de ver la flor más limonera,
que es ver a Dios, en cada calle
como nos llama; ¡de puerta en puerta!

José Manuel Rodríguez Viedma