La Virgen de los Desamparados fue venerada en la Catedral de Granada.
Un total de 1.300 falleros, muchos de ellos ataviados con los trajes típicos y con su Fallera Mayor, procedentes de la localidad valenciana de Carcaixent, han participado hoy en la Eucaristía dominical en la Santa Iglesia Catedral de Granada, junto al pueblo cristiano de la Archidiócesis, en una ceremonia en la que han cantado tres coros de pueri cantores: Mallorca, Guadix y Granada. La Santa Misa ha estado presidida por la Virgen de los Desamparados, una réplica de la patrona de Valencia a la que los falleros en su entrada al templo catedralicio, donde han sido recibidos por el Arzobispo Mons. Javier Martínez, han expresado su devoción en forma de ramos de flores.
La Sagrada Imagen de la Virgen de los Desamparados ha presidido la celebración eucarística en este II Domingo de Pascua y Domingo de la Divina Misericordia, en la que por primera vez se han nombrado a San Juan XXIII y San Juan Pablo II, canonizados hoy por el Papa Francisco en Roma y unidos en comunión desde la Archidiócesis de Granada. Mons. Martínez ha dado la bienvenida a los falleros y a las autoridades de Carcaixent, así como al representante del Ayuntamiento, Eduardo Caracuel, concejal de Relaciones Externas.
Los falleros están en Granada en una iniciativa que, por segundo año consecutivo, tras Ávila, lleva a cabo la Junta Fallera de Carcaixent, para acercar su fiesta típica a otros lugares de España.
En su homilía, Mons. Martínez ha hablado de la Resurrección de Jesucristo, un hecho –explicó- similar al de la Creación “por el que uno puede comprender ese derroche absoluto de amor, de vida, de gusto por la vida, de belleza que nace en torno a la Persona de Cristo y al acontecimiento de Cristo cuando lo acogemos con sencillez en nuestro corazón”. Mons. Martínez ha insistido en el pueblo de hijos y de hermanos que es la Iglesia. En este sentido, el Arzobispo de Granada ha reconocido que la Historia de la Iglesia está llena de pecado, de miserias, de torpezas, de escándalos, pero también “sé que está llena de santidad, sé que de ella nace un pueblo de hijos, un pueblo de hermanos”. Asimismo, ha hablado de la dignidad de la persona humana para subrayar que “grande o pequeña, independientemente del puesto que ocupe en la sociedad, independientemente de sus riqueza o de su poder, independientemente de su utilidad social por su trabajo o por su incapacidad de trabajar, independientemente de su edad, la dignidad de toda persona humana sólo tiene sentido, sólo es razonable, a la luz de la Resurrección de Cristo”, explicó.
Mons. Martínez también ha recordado a Juan Pablo II cuando afirmaba en alguna ocasión que “el profundo estupor ante la vida humana, ante la persona humana, se llama Evangelio, se llama también Cristianismo”. Desde este enfoque, Mons. Martínez explicó que “el afecto por el bien y la verdad de que cada persona humana -sea quien sea, piense lo que piense y viva como viva- es merecedora por el hecho de ser persona, es un fruto del Cristianismo. Y en cuanto perdemos la experiencia de la redención de Cristo en nuestras vidas, perdemos eso, y los seres humanos empezamos como Caín y Abel: a separarnos, a dividirnos, a considerar nuestros intereses por encima de esa mirada a lo humano y a la vida llena de buen gusto que nace de la Redención de Cristo”.
Al término de la Eucaristía, Mons. Javier Martínez ha pedido a la Virgen de los Desamparados, que ha presidido la celebración, su protección para todos los falleros y sus familias procedentes de Carcaixent, así como a todas las familias de Granada y a cuantos visitan la ciudad y han participado en la Eucaristía.