Santa María de la Alhambra entró en la Catedral para presidir el Via Crucis de la Federación de Cofradías.
La imagen de Santa María de la Alhambra Coronada presidió anoche el Vía Crucis oficial de la Federación de Cofradías en su vigésimo cuarta edición, después de que se comenzara a celebrar en el año 1993 con la imagen de Jesús del Rescate. Estuvo oficiado por el arzobispo de la archidiócesis, monseñor Javier Martínez, quien señaló en sus palabras de reflexión del comienzo del acto piadoso que «son tres las cosas que implica esta celebracion, hacer memoria de la Pasión y Muerte del Hijo de Dios; recordamos que Jesús ha entregado su vida, líbremente, por nosotros. El segundo aspecto es que este Vía Crucis es una llamada a la conversión, a buscar el sosiego y la paz del corazón y, finalmente, el tercer aspecto es que Cristo se ha unido al hombre por la encarnación, haciendo suyo nuestro dolor».
Veinticinco parejas de hermanos precedieron a la imagen de la Virgen de la Alhambra que se había situado sobre las andas de la Virgen de los Ángeles, del convento de las Vistillas, custodiada por dos candelabros de los costeros del paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén, cedidos para esta ocasión. Además, varias parejas de hermanos de otras hermandades formaban parte del cortejo así como los hermanos mayores de varias cofradías de la ciudad, precediendo a la presidencia con Jesús Muros, presidente de la Real Federación de Cofradías; el hermano mayor de la cofradía, Antonio Olivares y los mayordomos sacramentales Eduardo Iáñez y María José García. Se había adornado el paso con rosas, iris y claveles en tonalidades moradas y malva, salpicadas por otras especies florales, y portadas por su cuadrilla de costaleros mandados por José Carvajal Linares. A las siete salió del templo alhambreño acompañado por el sacerdote Manuel Cociña quien dirigió la oración inicial. El cortejo fue acompañado por el trío de capilla «Jesús de las Tres Caídas».
A las nueve menos cuarto de la noche había alcanzado la cruz de guía de la cofradía la puerta principal del templo de la Catedral de la Encarnación donde esperaban los ediles Fernando Egea, teniente de alcalde, y Rocío Díaz. En el cancel de la puerta lateral se había situado el arzobispo junto con el dean de la Catedral, Juan Gutiérrez, y el canónigo Antonio Muñoz, párroco a su vez de Santa María de la Alhambra. Una vez concluido el rezo de las catorce estaciones, leídas y meditadas por el canónigo Manuel García Gálvez y miembros de la Federación de Cofradías, la imagen de la Virgen de las Angustias, de Torcuato Ruiz del Peral, abandonó el templo regresando a su sede en la medianoche, después de haber dejado impresionantes estampas a su paso por el recorrido del cortejo.