La Virgen del Rosario presidió uno de los cortejos más largos de las últimas décadas
A las diez menos cuarto de la noche entraba la Virgen del Rosario en el templo de Santo Domingo, después de haber recorrido una de las más largas y concurridas procesiones de las celebradas en las últimas décadas. Se comprometieron con su presencia un gran número de hermandades de gloria y penitencia, no sólo de la capital sino de varias localidades de la provincia que quisieron rendir culto público y externo a la copatrona de la ciudad. A las seis se iniciaba la organización del cortejo en el que participaron también varios estamentos civiles y militares de la capital. Veinte minutos después una palma real anunciaba la presencia de la «Virgen de Lepanto» a los sones del himno nacional y de inmediato, la interpretación de la Salve Marinera, por la banda de música de los Ángeles. Había abierto cortejo previamente la banda de tambores y cornetas de Jesús Despojado.
En el cortejo estaban las cofradías del barrio del Realejo, la presidencia de la Archicofradía del Rosario con su presidente Juan de Dios Morillas, del presidente de la Real Federación de Cofradías, Jesús Muros, y de los mayordomos del presente año Ángel Ramón Martínez del Valle y María Dolores Ruiz-Andreu, junto al representante de la Asociación de Vecinos del Realejo, Manuel Linares. La representación municipal la ostentaba la concejal del Partido Popular, María Francés.
Durante todo el recorrido la Virgen del Rosario recibió aplausos y vítores, sobre su aún inconcluso paso procesional reformado hace unos años, a las órdenes de Alberto Ortega y con el adorno de rosas en tonalidad rosa, anthirrinum y rosas pitiminí.