La Virgen de la Soledad presidió el rezo del rosario durante tres horas y media por las calles próximas a San Jerónimo.
Se cumplía l 133 aniversario de la coronación litúrgica de Nuestra Señora de la Soledad, del monasterio de San Jerónimo. Con este motivo el Arzobispado autorizó la celebración de la Eucaristía de reconocimiento de devoción diocesana a la Virgen de la Soledad y la salida, en rosario de la aurora por las calles del entorno del monasterio de San Jerónimo. Ayer fue el día de su encuentro con la ciudad que siempre la veneró con especial énfasis, fruto de ello el obsequio que le hizo de una corona de plata sufragada por el vecindario y granadinos en 1885. Ayer llevaba la Virgen la misma corona, recorrió el entramado de calles que siempre le fueron afines desde su traslado al monasterio de Santa Paula, visitó su parroquia de los Santos Justo y Pastor y regresó a su templo. En el camino también se aproximó al templo de San Juan de Dios, copatrón de Granada, y al Santuario de Santa María del Perpetuo Socorro.
Fueron tres horas y media de encuentro y oración ante la venerada imagen que se presentaba con su vestimenta clásica, manto y saya negros, rostrillo cerrado a su divino rostro y un sencillo adorno floral de rosas color champán. En sus andas procesionales, cera a sus pies y dos faroles en la trasera, y por delante un cortejo integrado por veinticinco parejas divididas en dos tramos separadas por el guión corporativo escoltado por varas. En la presidencia, el hermano mayor de la cofradía Enrique Crespo y anteriores hermanos mayores de la corporación, junto al consiliario de la cofradía, Miguel Córdoba Salmerón. Capilla de música «Cristo de la Paz» y el cuerpo de ciriales y acólitos turiferarios precediendo a las andas con Nuestra Señora de la Soledad, la Gran Dama del Viernes Santo.
Emotivo, sin lugar a dudas, el paso por la calle Santa Paula frente al antiguo convento de su nombre. Lugar en el que estuvo erigida canónicamente la cofradía de la Soledad y Descendimiento durante buena parte de su historia y a la que pertenecen muchos de los mejores recuerdos devocionales de los hermanos mas veteranos de la corporación. Bajo sus andas procesionales se turnaron en portar a la Madre de Dios su cuadrilla de costaleras, los costaleros del paso del Señor del Descendimiento y, por vez primera después de treinta y dos años, algunos de los integrantes de su primera cuadrilla fundacional de 1980. Precisamente, la hermandad tuvo el detalle de entregarles la responsabilidad de portar a la Virgen en el tramo de la calle Santa Paula donde se vivió con intensidad la emoción y el recuerdo de cuantos formaron la misma, eliminaron las ruedas que habían servido de medio de traslado del paso procesional y abrieron el andar costalero bajo la imagen de Nuestra Señora de la Soledad en aquellos años. Mandaba las andas procesionales, cedidas por la cofradía de la «Borriquilla», el capataz de la cofradía, Pablo Córdoba.
También emotivos los encuentros de la Virgen con las hermandades de Jesús Cautivo y de los Estudiantes, así como su encuentro con la Archicofradía del Perpetuo Socorro y la comunidad redentorista, también ligada a través de sus consiliarios a la cofradía de San Jerónimo. Había partido el cortejo a las seis de la tarde y el regreso ocurría a las nueve y media de la noche, rodeada de un nutrido grupo de granadinos que quisieron acompañar a la Reina y Madre Jerónima de la Soledad.