23 de noviembre de 2024
Actualidad

José Ibañez recibió el premio «Antonio Sánchez Osuna» a su trayectoria como capataz y costalero

Noche mágica junto al camarín de la Virgen del Rosario

Fue discípulo y amigo del maestro Sánchez Osuna. Aprendió de él y siguió su estela de la mano siempre de José Luis Barrales Robles. Fue costalero y capataz. Tuvo en sus manos los más preciados martillos de nuestra Semana Santa y nunca faltó a su compromiso de hermandad. Sus cofradías, la del Santísimo Cristo de los Favores y la de Jesús Nazareno, bien saben de su entrega y trabajo, de su empeño en mejorar y su esfuerzo por el buen trabajo de las cuadrillas de costaleros que tuvo a su cargo. Su «gente» supo apreciar de él su caballerosidad y su capacidad para «enlatar» en la memoria las mejores «chictotás» del recuerdo. Ayer recibió el premio «Antonio Sánchez Osuna» y se llevó para casa la estatuilla que le une, aún más, a tan noble apellido costalero y cofrade. Y se llevó, además, el homenaje de muchos de los suyos que lo reconocieron como maestro del martillo.

La cofradía de la Santa Cena Sacramental y María Santísima de la Victoria, por voz de su hermano mayor Francisco Barroso, ofreció el premio en su novena edición al maestro José Ibáñez, acompañado por los hermanos mayores de las cofradías del Cristo de los Favores, José Moreno, y del Señor de la Humildad, Germán Bolivar. Estuvo acompañado por los miembros del jurado, entre ellos el nieto de Sánchez Osuna, Curro Toro, y el pregonero del costalero de este año y de la Semana Santa de 2019, Álvaro L. Barea. Y, como no, de nombres propios que abrían la nómina con su inseparable primo, José Luis Barrales, su segundo, Miguel A. Roldán, su auxiliar Pedro Fernández, sus amigos de hermandad, Otilio Durán, Manolo Gamarra y Manolo Palomo, su compañero de martillo, Paco Carrasco, y muchos de los que le siguieron siempre con la lealtad de la amistad y de la hermandad. Un fuerte aplauso le reconoció al final como buen garante de la continuidad del nombre de Sánchez Osuna y la lealtad de muchos años para engrandecer la Semana Santa granadina, cuando las cosas no eran como hoy.

José Ibañez tiene «tomada» la voz y por ello fue su hijo, Juanjo Ibáñez, quien agradeció en su nombre tanta entrega y tanto amor hacia el galardonado. «Antonio Sánchez Osuna era uno más de mi casa, junto a Pepe Barrales. En estos días en los que la trabajadera al hombro es una extravagancia, en aquellos años noventa lo que se consiguió con los pasos de la Merced y el Nazareno era arte puro. Aquello lo consiguió una cuadrilla que, andando a hombros, era perfecta», indicó Juanjo Ibáñez, quien también aseguró que en esto hay «que saber entrar y salirse y él subo salirse de puntillas», recordando la elegancia en el mandar de José Ibáñez y «tanto cariño recibido». Y, finalmente, recordó un dicho del homenajeado: «Los aciertos, de la hermandad y los errores, del capataz».

Nota de la Redacción:

Noche de familia y noche de hermandad. Pasarán muchos años hasta que se vuelva a reunir parte de lo más granado del mundo costalero de los años ochenta y noventa en nuestra ciudad. No había ningún profesional, ni aficionado. Eran hermanos costaleros en torno a un hombre y a un nombre. Antonio Sánchez Osuna, aún para las nuevas generaciones que no lo conocieron, tiene que seguir siendo inolvidable. Su memoria la mantienen sus hermandades -Favores y Humildad-, la de la Santa Cena y sus amigos. ¡¡Por muchos años más¡¡

Al nombre del Maestro, siempre unido, los de José Luis Barrales y José Ibáñez. Ahora, los tres acogidos bajo una misma estatuilla plateada que los mantendrá firmes hasta el final de los días. La memoria del cofrade es corta a veces y de esta manera el empeño puesto por estos tres nombres para dejar sembrada la semilla única de la hermandad, la camaradería, la caballerosidad, la elegancia, el buen hacer, el desinterés, la entrega más grande, la fe bajo la trabajadera y la devoción a los Titulares. No se nos puede olvidar nunca.

Lo de anoche fue mágica y la voz sonando del maestro Ibáñez, con perfiles muy suaves, queda ya escrita en menos de veinte minutos maravillosos de la historia costalera de Granada. A quienes no conocieron esa época hay que explicárselo para que olvidemos personalismos, dobles vueltas en el calzón, tirantas, costales a la nariz y afición por un trabajo que ellos hicieron ENTREGA. Todo es válido, pero nunca falte la Entrega y el Pundonor bajo el «palo» que ellos enseñaron.

A quienes siguen «rezando con los pies»….