La Virgen de la Soledad se vio rodeada de calor granadino en su traslado a la Catedral
El Ayuntamiento entregó la Medalla de Oro de la Ciudad en la plaza del Carmen, acompañado por la Banda Municipal de Granada
Desde las cuatro de la tarde y hasta las ocho y diecisiete minutos de la noche estuvo la Virgen de la Soledad caminando por las calles granadinas para alcanzar a recibir la Medalla de Oro de la ciudad de Granada de manos del alcalde, Francisco Cuenca. Pero aún le restaría una hora más para llegar a la Santa Iglesia Catedral de Granada donde fue recibida por miembros del Cabildo de la Catedral con su deán al frente, Eduardo García. «Casi quinientos años después la Virgen de la Soledad regresa a la que fue su primera Casa. Llenáis Granada de esperanza y fe, de compromiso con esta ciudad. Ese reconocimiento será también del aniversario de la coronación del día 1», dijo el alcalde de la ciudad Francisco Cuenca en las breves palabas posteriores a la entrega de la Medalla de Oro de Granada a la Virgen de la Soledad, situada en el centro de la plaza sobre el escudo de empedrado granadino que la preside. El hermano mayor, Enrique Crespo, por su parte, indicó ante «todas las hermandades aquí congregadas y con el pueblo de Granada, gracias por todo el apoyo a las cofradías por parte del Ayuntamiento y seguimos pidiéndole que nos apoye porque este movimiento está muy a la altura de esta ciudad». La Banda Municipal de Granada interpretó la marcha de la Coronación, «Salve, Soledad» compuesta por el director de la formación municipal, Ángel López Carreño y seguidamente la comitiva salió de la plaza con «Virgen del Valle» interpretándose posteriormente marchas como «Soleá dame la mano», «Mater Mea», «Amarguras» o «Soledad y Descendimiento» ya en la plaza de las Pasiegas, en recuerdo del maestro Francisco Higuero. En la plaza del Carmen estaban también, junto al consiliario de la hermandad, Miguel Córdoba y el hermano mayor, el presidente de la Federación de Cofradías, Armando Ortiz. Estaban las hermandades que habían participado en el traslado y un numeroso grupo de granadinos y turistas que contemplaron la celebración.
Todo había comenzado a las cuatro de la tarde después de que Sonia Leyva interpretara, a la flauta de Manuel Franco, una plegaria a la Virgen de la Soledad. En el convento había un buen grupo de hermanas jerónimas asomadas para verla salir, luciendo la vestimenta que le había conferido Francisco Garví con el tocado obsequio de la Federación de Cofradías y numerosos objetos regalados por las hermandades de Granada. Lo más destacable, el uso de una túnica a modo de saya, procedente del bordado de la comunidad de monjas jerónimas y de la misma época de finales del XIX del manto de Nuestra Señora, bordada también en oro sobre terciopelo morado, siguiendo el mismo estilo de manto. Una túnica que pertenece al ajuar de Jesús Nazareno que se venera en el propio monasterio contemplativo.
Las órdenes en el paso, a cuadrillas de costaleros y de costaleras, las daba Laura Coca, capataz del paso de Nuestra Señora que se había conformado como ya habíamos reflejado en GRANADA COFRADE con el respiradero del paso de la Virgen de los Remedios, los faroles de orfebrería de las esquinas, de la Soledad de Nuestra Señora, de Santo Domingo; el llamador de la Virgen de la Soledad en el Calvario y dos parejas de jarras de la Virgen de la Misericordia y de la Virgen de la Esperanza, ambas coronadas canónicamente. La música, con disparidad de criterios y opiniones, la ofrecieron la banda de María Santísima de los Remedios, dirigida por Francisco Cruz; la Agrupación del Rescate, dirigida por David Jiménez; la tercera, que se incorporó en plaza de Santa Ana, dirigida por José Manuel Fernández y en plaza del Carmen la Municipal de Granada dirigida por López Carreño. Mezcla de sonidos, estilo y composiciones en las que no faltaron marchas clásicas, adaptaciones de partituras a agrupación y es más puro estilo de banda de cornetas y tambores. En el cortejo también estaban los padrinos y madrinas del Reconocimiento de Coronación, la Asociación de Vecinos del barrio del Boquerón, la Asociación Costaleros contra el Cáncer, junto a ex hermanos mayores de la cofradía, representación de Policía Local como hermanos mayores honorarios y la Virgen de la Soledad precedida por nueve parejas de ciriales correspondientes a otras tantas hermandades granadinas, conformando el mítico número de dieciocho, las personas que según la costumbre estuvieron en el entierro de Cristo y que, además de los once apóstoles, pues Judas ya no estaba, eran la Virgen María, María Salomé, María Magdalena, María de Cleofás, Santa Marta, José de Arimatea y Nicodemo.
Una tarde memorable para la cofradía de la Soledad de la que fueron testigos los granadinos que la acompañaron, los visitantes que se sorprendieron al ver la procesión, las hermandades que estuvieron rodeando a la Virgen de la Soledad y las diecisiete parejas de hermanos que formaron en filas.