Con un «¡Niño, dale al picú¡» separó Manolo Peregrina las «chicotás» de su pregón al costalero
El Salón de Plenos del Ayuntamiento acogió el pregón en su cuadragésima tercera edición.
Fue una intervención comprometida con su pasado y con su realidad. Un texto sincero y lleno de momentos emotivos, personalísimo, directo a los recuerdos personales e incisivo con su forma de entender las cofradías y la evolución de los tiempos. Manuel Peregrina Palomares empleó unas dotes de buen hacer literario dejando su reconocimiento de que «soy más de la era analógica que digital». Repasó sus sentimientos y puso orden a su corazón dejándolo a las plantas de la Virgen de la Esperanza «qué bonito es ser de la Esperanza», recordó, afirmando que «puedo decir como costalero que renunciar a llevar a la Virgen de la Esperanza, es una chicotá dura, donde el sentimiento, la satisfacción, el deber, el compromiso y la identidad se mezclan con la amargura de no poder estar bajo tus trabajaderas»; del Santísimo Sacramento, de la amistad a los grandes de la trabajadera y del martillo, homenajeando con nombres propios a muchos de ellos pero de manera especial a José Carvajal Gálvez con quien emocionado dio un «¡fuera la llamỡ para acudir a abrazarlo en pleno pregón. Otra de sus chicotás fue para sus devociones en Sevilla, pues es costalero del Señor de Pasión «a golpe de volante, con la misma devoción a Dios» y también dejó reflejada a su cuadrilla de Nuestra Madre y Señora de la Consolación y su vinculación con la cofradía del Sagrado Protector.
Afirmó en su intervención recordando aquellos «momentos en los que nos ganaba la ilusión a la vanidad de ser el mejor costalero. Nos ganaban las ganas de aprender y no de saber lo que sé. La satisfacción de haber hecho una tribuna o Pasiegas de escándalo al giro que he dado en la esquina tal». Reclamó la «devoción conseguida y sufrida desde abajo y no a la devoción impuesta para entrar, y tantas y tantas cosas que vistas por los respiraderos de hoy se ven de manera diferente». Buenos recuerdos y ganas de aprender de aquellos años en los que «éramos costaleros hermanos de todo y para todo, unos niños que crecíamos al tiempo que aumentaba el número de miembros de la cuadrilla y crecía la hermandad», recordó.
La «más importante celebración religiosa de Granada» es el Corpus Christi y en ello se centró en otra «chicotá» afirmando que «me considero un privilegiado por haber conocido bajo las trabajaderas de Dios a tantas buenas personas sin escudos ni colores, solo el blanco», con grandes nombres que iniciaron aquella «locura» y reconoció que «como muchos de vosotros he sido y soy trasmisor de devociones familiares, por eso no puedo sentir mas al poder haber sido costalero del Señor de los Favores» deteniéndose así al «Cristo de mi barrio y de Granada, el único sitio de la ciudad donde está escrito que El Corazón Manda».
Orgullo de hermandad metida en las venas, aprendizaje de quienes «saben de esto», haciendo una última confesión que era la de «cambiarme sin pensarlo con cualquiera de los costaleros que llevan a Nuestra Madre de Consolación. «¡Fuerte pa’rriba mi trasera de palio de negro¡», afirmó rotundo. Especial énfasis y emoción el fragmento dedicado al capataz Paco Toro que «es quien elige para la cuadrilla de arriba. «¡Qué se te echa de menos, amigo. En el Corpus y en la Octava, en las reuniones, en las mañanas de Jueves más bonita de Granada, en la Semana Santa, en tu Virgen del Rosario, en el Mercado, en el mira que te diga». Un precioso y emotivo recuerdo al veterano capataz granadino que se marchó antes de hora.
«Cerca del cancel ya, y siendo este mi último relevo» quiso «tomarse la libertad» de unir la profesión de Gestor Cultural con la Semana Santa e ideó un listado de solicitudes para la protección patrimonial «denominada BICO: Bien de Interés Costalero» y metiendo en ella «para las papas fritas con huevo de la calle Jesús y María, para la chicotá de la gloria en la calle central de la Catedral del día del Corpus; para las manos de nuestras madres que han conservado y conservan de manera preventiva los aperos del trabajo; para la ampliación de la Carrera Oficial, para andar o para los bocadillos del Domingo de Ramos de la Santa Cena Sacramental y, finalmente, como conjunto de bienes, para los cuarteles de invierno en activo». Su última orden «al niño del picú» fue para regresar al convento de recogida «y echar el faldón después de que salga el último costalero» agradeciendo y agradecido e invitando a disfrutar de cada estación de penitencia a todos los costaleros de Granada.
Al acto asistió la alcaldesa de Granada, Marifrán Carazo, quien argumentó la importancia de nuestras celebraciones de Semana Santa «y todo lo que está ahora por venir» dedicándole palabras de gratitud al pregonero «por la emoción que nos ha despertado» y al presidente de la Federación «con quien trabajamos codo con codo para que todo salga perfecto en nuestra próxima Semana Santa». Armando Ortiz, presidente de la Federación y amigo personal del pregonero reconoció que «era mejor pregonero que paciente» y significó lo emotivo de la intervención del pregonero. Acompañó a la alcaldesa en la presidencia el hermano mayor de la cofradía organizadora, la de la Santa Cena, Francisco Javier López y el presentador del pregonero, Emilio Caro. Estaban junto a la presidencia los ediles del equipo de gobierno, Carolina Amate, de Fiestas Mayores y Anabel Sánchez, de Limpieza Viaria, junto a Juanjo Ibáñez (Psoe) y Mónica Rodríguez (Vox).
Un largo y emocionado aplauso reconoció el texto simpático, agradable y de «pellizco» que ofreció el veterano costalero y capataz a los costaleros granadinos.