Candela Barea Haro: «Pido colaboración para que cada vez sigamos estando más presentes y avanzando cada día un poco más hacia un buen futuro para nuestra Semana Santa».
«Todos vivimos dentro de un sueño aunque no seamos conscientes. Estamos tan acostumbrados que nos parece normal vivir en él, sin darnos cuenta de que somos unos afortunados. Todos vivimos en un sueño donde el cielo es más vivo ahora, donde el agua que bebemos y corre por las calles esconde promesas y deseos jamás cumplidos», comenzó diciendo e imaginando la joven cofrade granadina Candela Barea Haro explicó sus deseos e intenciones, su manera personal de vivir la Semana Santa y sobre todo el día a día del cofrade en la familia, con su grupo de amigos y dentro de sus respectivas hermandades. Un pregón sencillo recitado con elegancia y llegando al corazón de los muchos cofrades, jóvenes y mayores, que ocuparon buena parte del templo de Santo Domingo, en el Realejo.
La convocatoria era de la hermandad del Señor de la Humildad en el cuadragésimo segundo pregón de la Juventud de Semana Santa que cada año convoca esta corporación nazarena del Martes Santo. Candela Barea se adentró en la esencia del cofrade con sus ojos de joven y sus muchos «deseos de aprender. Sé que nos equivocamos y nos equivocaremos, pero tenemos que aprender de nuestros errores» indicó en sus palabras. Paseo por las hermandades granadinas como un paseo salpicado de impresiones ágiles y puntuales, deteniéndose en su hermandad de la Esperanza «donde una Madre con verde manto y una ancla a sus pies vio crecer mi forma de ser y mi forma de amarla». Resurrección de Vergeles, la «Borriquilla», la hermandad del Señor de la Humildad o la de los Ferroviarios con sus recuerdos de niña, fueron parte del contenido de un pregón que apenas pasó los treinta y cinco minutos de duración y que emocionó en determinados momentos cuando recordó a la Virgen de la Aurora de su familia materna y la del Cristo de la Misericordia de su familia paterna «en un Jueves Santo con el corazón partido».
La pregonera finalizó con una reflexión muy interesante en la que pidió ayuda, formación y proximidad con los mayores de la cofradía, rogando que «nos dejéis paso como por ejemplo en cuadrillas y en cuerpos de acólitos para aprender y poder ir cerca de nuestros Titulares al igual que en tantas ocasiones nos habéis lo habéis hecho. Necesitamos que tengáis confianza en nuestros proyectos y que entendáis que somos jóvenes y necesitamos cometer errores para aprender de ellos como hicisteis vosotros tantas veces en tiempos complicados. Esta es la juventud cofrade de Granada, la que va a seguir manteniendo sus tradiciones como lo hicieron nuestros predecesores. Somos ilusión, fe y esperanza que inunda las calles de nuestra ciudad. Por eso, desde aquí pido colaboración para que cada vez sigamos estando más presentes y avanzando cada día un poco más hacia un buen futuro para nuestra Semana Santa».
La pregonera había sido presentada por la del año pasado, Lucía Serrano, y al acto acudieron los hermanos mayores de las cofradías del Silencio y de la Esperanza, además del Delegado Episcopal para las hermandades, José Gabriel Martín. Concluyó el acto con unas palabras del hermano mayor, Germán Bolívar, felicitando a la pregonera y entregándole un cuadro enmarcado con la Virgen de la Esperanza y el Dulce Nombre de Jesús, obra de Paloma, una hermana de la corporación. Después, la agrupación musical «Dulce Nombre de Jesús» ofreció un concierto de marchas interpretando «Al señor de la Cañilla», «Sagradas Vestiduras», «El legado de una vida», «Judería Sevillana / ave María» y «Presentado a Sevilla».