La Virgen del Amor y Trabajo vuelve a reinar en San Juan de Letrán tras su restauración
Nuestra Señora del Amor y el Trabajo volvió a reencontrarse en la jornada de ayer con los fieles de San Lázaro y de los Pajaritos, así como con cientos de devotos de toda Granada que, a pesar de las altas temperaturas y de lo inusual de las fechas, acudieron puntuales a la cita con la titular mariana de la Hermandad Ferroviaria. En total, han sido 46 días los que han transcurrido desde que la imagen fuera retirada del culto para su restauración el pasado 18 de mayo. Un tiempo que ha permitido volver a contemplar a la Virgen del Amor y el Trabajo tal y como fue concebida por su autor allá por 1770.
Concluida su restauración, la imagen fue presentada en su sede canónica. Nuestra Señora del Amor y el Trabajo fue dispuesta a los pies del presbiterio de la parroquia de San Juan de Letrán. Lucía saya bordada en color burdeos, su manto de salida de 1951 y un generoso rostrillo de blonda con la frente rizada, con el que fue ataviada por su vestidor, Álvaro Abril Vela.
Tras toda una jornada al alcance de los granadinos, la Hermandad celebró a las 20.30 horas una Eucaristía de «Acción de Gracias» presidida por el consiliario de la Hermandad, el sacerdote Antonio Jesús Pérez, y concelebrada por los sacerdotes que asisten espiritualmente el templo. Al término de la misma, los restauradores ofrecieron una pequeña conferencia en la que explicaron a los hermanos la situación de la imagen y los criterios y procedimientos seguidos.
La restauración de la Virgen Ferroviaria
Los encargados de llevar a cabo este trabajo han sido los restauradores Jesús Salas y María José Luis, si bien ha sido esta última la que ha asumido la mayor parte de las tareas que han permitido volver a disfrutar de la Dolorosa de Letrán en todo su esplendor. La primera fase del trabajo consistió en un minucioso análisis estructural que permitió confirmar que la imagen se encontraba en perfectas condiciones y que tan solo presentaba las patologías propias del paso del tiempo y del culto, con todo lo que ello conlleva: movimientos, tensiones, exposición a humos y contacto con los fieles.
Concluido este análisis, los restauradores reforzaron el candelero y a reparar una pequeña grieta existente entre la mascarilla y la cabeza, algo que, en palabras de la restauradora, es “normal en este tipo de imágenes, ya que la madera es un elemento vivo”. Posteriormente, llegó el momento de proceder a una minuciosa limpieza de la imagen, retirando para ello los repintes y barnices que se aplicaron en la última restauración, en 2008. En este sentido, la responsable de la restauración ha destacado que contar con los informes de dicha intervención ha sido de gran ayuda, ya que les ha permitido conocer los procesos utilizados y revertirlos para devolver la imagen a su estado original.
Por último, se afianzó la policromía en aquellas zonas que presentaban mayor riesgo, y se reintegraron aquellas partes que sufrían carencias, principalmente en las manos y el cuello.
Durante este proceso, los restauradores descubrieron las marcas de dos lágrimas que estaban ausentes: una que había desaparecido y otra que se había desplazado. En este sentido, cabe destacar que localizaron tanto la ubicación original de la lágrima como el reguero que dejaba a lo largo de la mejilla. Tras este hallazgo, y previa consulta de imágenes antiguas y del parecer de la Junta de Gobierno, se acordó restituir ambas lágrimas en su posición original, en un proceso completamente reversible, tal y como marcan los protocolos en estos casos.