Setenta y cinco años caminando por Granada
Día completo para la cofradía del Santísimo Cristo del Consuelo que celebraba ayer la Eucaristía del septuagésimo quinto aniversario fundacional. El Cristo del Consuelo hizo madrugar a muchos vecinos del Sacromonte para acompañarlo hasta el Catedral, en la salida extraordinaria del septuagésimo quinto aniversario de la fundación de su cofradía de penitencia. El Cristo del Consuelo marchaba en silencio y sobre el nuevo paso, salido del diseño de Álvaro Abril y del taller cordobés de José Carlos Rubio. Mandaba el paso Francisco Rodríguez y Eduardo de la Torre. Fue muy numeroso el acompañamiento de cofrades y granadinos. Veinte parejas precedían al cortejo junto con el guión corporativo y el de la cofradía del Santo Sepulcro que se incorporaba al pasar por Plaza Nueva.
En la Catedral estaba a las doce del mediodía donde ya esperaba la imagen de Santa Teresa para la celebración de la misa presidida por el arzobispo Martínez Fernández. Estuvo también en el traslado el autor de la talla del nuevo paso, José Carlos Rubio quien nos habló del trabajo realizado, del diseño y de que, en definitiva «he quedado muy satisfecho con este trabajo que ahora hay que continuar tallando hasta su terminación y de acuerdo con la situación económica de la cofradía». Se veía completo en la talla el frontal del paso con sendas pinturas sobre tabla de escenas vinculadas con los Varones Apóstólicos que vinieron a evangelizar la península ibérica, siendo San Cecilio el encargado de hacerlo en Granada y su primer Obispo. Las pinturas son obra del también cordobés, Rafael Cervantes.
La tarde apacible e incluso las altas temperaturas aún hicieron que mayor número de personas esperaran en la puerta de la Catedral la salida del Cristo de los Gitanos. Veintidós parejas de hermanos precedían a las representaciones de las cofradías de Granada distribuidas por orden de antigüedad. Estaban también otras llegadas desde distintos lugares de la provincia. En la presidencia oficial el hermano mayor de la cofradía del Consuelo, junto al presidente de la Federación de Cofradías, Jesús Muros, y, en representación municipal, el concejal Fernando Egea. Cerraba el cortejo la banda de tambores y cornetas “Jesús del Gran Poder”, dirigida por José Manuel Fernández.
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La tarde apacible e incluso las altas temperaturas aún hicieron que mayor número de personas esperaran en la puerta de la Catedral la salida del Cristo de los Gitanos. Como si de un Miércoles Santo se tratase, en la puerta numerosos gitanos sacromontanos se daban cita “pa ayudarle a subir al barrio”, como le decía uno de ellos a su familia próxima a la salida. Veintidós parejas de hermanos precedían a las representaciones de las cofradías de Granada distribuidos por orden de antigüedad. Estaban también otras llegadas desde distintos lugares de la provincia. En la presidencia oficial el hermano mayor de la cofradía del Consuelo, junto al presidente de la Federación de Cofradías y, en representación municipal, el concejal Fernando Egea, de Bienestar Social y Familia, teniente de alcalde. Colegiales del Sacromonte y la antepresidencia de los hermanos mayores precedían a los ciriales que anunciaban la presencia del Cristo de los Gitanos.
Himno nacional salido de las cornetas y tambores de la banda de Jesús del Gran Poder, y la marcha “Amor de Madre” fueron las primeras composiciones que sonaron en una tarde en la que esta formación musical demostró una vez más la estrecha vinculación que mantiene con la cofradía y la calidad que posee la interpretación de sus partituras. “Aire pá mis penas”, sonaba en plaza de la Trinidad, mientras el cortejo ya alcanzaba Puerta Real y el paso giraba para coger calle Mesones.
De ahí hasta Plaza Nueva y ya por Carrera del Darro se adentró hasta el Paseo de los Tristes para iniciar el camino de subida hasta el Sacromonte. El Cristo más universal de nuestra Semana Santa se vio nuevamente acompañado por su barrio. En algunas cuevas se había dispuesto desde horas antes numerosos vecinos para esperar la subida, cantarle al Cristo de los Gitanos, y bailarle en su subida jubilosa del septuagésimo quinto aniversario de su cofradía de penitencia. Pasadas las doce de la noche la imagen entró a la carpa dispuesta para la ocasión y se dio por concluida la celebración de estas efemérides.