A falta de cincuenta días para Semana Santa dimite Pablo Córdoba como capataz de Nuestra Señora de la Soledad
Anoche presentó su dimisión al hermano mayor y junta de gobierno quienes proveerán en breve un nuevo capataz para la cuadrilla.
En la noche de ayer lunes y tras más de 15 años al frente del paso de Nuestra Señora de la Soledad de San Jerónimo, ha presentado a la junta de gobierno de la cofradía de la Soledad de San Jerónimo su dimisión irrevocable al frente el capataz Pablo Córdoba Salmerón. Así se lo comunicó anoche al hermano mayor, Enrique Crespo, y a la junta de gobierno que ahora deberá tomar la determinación necesaria para cumplir con las necesidades de procesionar el Viernes Santo y preparar cuadrilla de cara a Reconocimiento de Coronación Canónica de la Virgen de la Soledad para el primero de noviembre próximo.
Córdoba Salmerón señala en su carta de dimisión a la que ha podido tener acceso esta redacción que «Considero que he cumplido un ciclo, tanto en mi vida personal, como en la cofrade. Han sido unos años maravillosos que jamás podré olvidar al frente de la Señora de San Jerónimo, en los que he tenido la oportunidad de cruzarme con gente excepcional y de la que he aprendido enormemente. Ha sido un lujo, al alcance de muy pocos, poder estar al frente de la Soledad durante tantos años, y me siento muy afortunado y agradecido por ello». El hasta ahora capataz reconoce que inicia un nuevo proyecto de vida personal dentro de la cofradía del Viernes Santo, agradece al hermano mayor la confianza «y el cariño que he recibido siempre hacia mi persona en todo momento».
De la misma manera también agradece «a la cuadrilla de costaleras su cariño, entrega y dedicación. Ellas me han enseñado a amar mucho más, si cabe, a mi Madre de la Soledad, a ver reflejada su pasión por Ella en cada chicotá y cada levantá que han realizado con el corazón. Agradecer, igualmente, a mi querido equipo de auxiliares, Juan, Antonio y Manuel, su entrega y dedicación a la cuadrilla, son un grupo humano excepcional, que han dado lo mejor de sí mismos en cada instante de nuestra andadura al frente de nuestra querida cuadrilla de costaleras, y sin los cuales nada de esta bendita locura hubiera sido posible.
También me gustaría recordar en estos momentos a mi querida Comunidad de Reverendas Madres Jerónimas, que cuidan día tras día a Nuestros Sagrados Titulares y que, en su momento, me confiaron su joya más preciada. Siempre me han rodeado de su enorme afecto y cariño, haciéndome crecer en la Fe de Cristo y por supuesto de su Madre, la Virgen de la Soledad».
Pablo Córdoba Salmerón ha señalado también que quiere tener «una mención especial y entrañable para mi familia; a mis padres muy especialmente, que me han enseñado a ser un cofrade en la Fe y en el amor al prójimo. Que me han dado unos valores que atesoro en lo más profundo de mi corazón y que siempre intento tenerlos muy presentes en mi relación con los demás, a ellos les debo todo lo que soy hoy en día. A mi hermano y consiliario de la Hermandad, que entregó su vida a la Iglesia cómo Sacerdote y que vela a cada instante por mi felicidad, siendo en todo momento un ejemplo a seguir y un apoyo incondicional en mi vida y del que me siento profundamente orgulloso; todos ellos han estado siempre a mi lado a cada instante. A mi pareja que me apoya y me da fuerzas todos los días, y cómo no puede ser de otra manera, a mis dos hijos, que son mi alegría y mi felicidad, la razón de mi existencia, a los que agradezco su sacrificio en muchísimas ocasiones de no tener a su papá cerca, por causa de la Hermandad y a los que quiero dedicar desde ahora todo mi esfuerzo y mi tiempo en esta nueva etapa que empieza».
En su misiva de despedida asegura que «me gustaría decir una vez más, “ahí queó”, no siendo una despedida, sino un nuevo rumbo a seguir en el camino de mi fe por mis queridos Titulares dentro de la que siempre he considerado mi única Hermandad, la de la Soledad de San Jerónimo».
En la carta no desvela los motivos que le han llevado a tomar esta determinación que serían las dificultades para completar cuadrilla de costaleros masculina tal y como se había propuesto días atrás con la finalidad de tener una «igualá» femenina como ha venido ocurriendo en los últimos años, y otra masculina que no ha llegado a cuajar.