Emilia Cayuela puso en valor el trabajo de las hermandades en favor de Granada en su pregón de la próxima Semana Santa
En el primer domingo de Cuaresma la cita, como es tradicional en Granada, era con el Pregón Oficial de la Semana Santa. Esta vez el Teatro Municipal Isabel la Católica volvía a acoger el acto, tras la excepción del pasado año por motivos sanitarios y de aforo que lo llevó hasta el Palacio de Congresos.
Un protocolo distinto al habitual en cuanto a la imagen del escenario fue el primer impacto para los asistentes, ya que la habitual presidencia de autoridades que presiden el pregón se había suprimido para ocupar todos ellos la fila 0, junto con la propia pregonera, Emilia Cayuela. Junto al atril en que pronunciaría el pregón un pequeño altar con la imagen de un niño hebreo, obra de Israel Cornejo para el paso de misterio de la hermandad de la Borriquita de la vecina localidad de Padul.
La Banda Municipal de Granada volvió a interpretar la marcha “Semana Santa en Granada”, del maestro Sánchez Ruzafa, tras varios años abriendo con Passio Granatensis, del actual director Ángel López Carreño, todavía convaleciente y magistralmente sustituido por el subdirector, Carlos Atienza. La marcha “Por la Caridad”, de Víctor Ferrer, fue una de las composiciones elegidas por la pregonera, junto a “Mayor Dolor”, de López Carreño, que se escucharía al final del acto, justo antes de los himnos oficiales.
La pregonera de la Semana Santa fue presentada por José Luis Ramírez Domenech, también pregonero en el año 2000, amigo personal y compañero durante treinta años en las labores radiofónicas de Radio Granada, especio donde se forjó la actual relación de aprecio y amistad. Con profundo cariño y admiración habló de Emilia Cayuela, dando paso a esta en el atril.
Las primeras palabras de la pregonera fueron para recordar el encanto de Granada, según las palabras de Antonio Machado, tras lo cual se escuchó una señal horaria radiofónica con la que Emilia Cayuela dio la bienvenida a todos los asistentes al acto que ella misma estaba protagonizando, como si se tratara de un programa de radio. De esta forma, introdujo a los presentes en “la primavera que está por llegar” para llamar a “despertar” del “tiempo tan difícil que nos ha tocado vivir”. Muy aplaudida fue esa primera poesía, de las pocas que jalonaron los 87 minutos de pregón, si bien el texto en prosa estuvo ampliamente marcado por rimas y pareados abundantes.
Fue un pregón sencillo de una mujer de profundas creencias cristianas. Habló de la Fe y de cómo se vive esa Fe en Andalucía, pero enseguida marcó distancias con el resto del territorio de la comunidad “porque de Loja pa’allá…” y puso en valor que “lo nuestro, lo primero”. Se encomendó en sus primeros compases a la Virgen de la Angustias, Patrona de Granada y verdadera devoción de la pregonera, y puso de relieve su trabajo en la radio durante tantos años, privándose de vivir la Semana Santa en la calle pero viviéndola y sintiéndola a través de lo que los compañeros le contaban, haciéndose así una composición de nuestras hermandades en la calle. A todos los compañeros de los medios de comunicación les expresó su gratitud y su amor por su trabajo, pero también a todas las personas anónimas que hacen y trabajan para la Semana Santa. Como no podía ser de otra forma, tuvo un especial recuerdo para las víctimas de la pandemia y clamó por la Paz que tanto se necesita actualmente.
“Abrió su corazón de par en par”, como ella misma expresó, para sacar a relucir sus sentimientos y vivencias en torno a la Semana Santa y al mundo de las hermandades y contó a Granada sus “sentimiento de Fe”. También hubo lugar para la crítica y la “malafollá”, con dichos populares en jornadas de lluvia o al dirigirse a las hermandades y exponer que “se nos acumulan los actos y tantas actividades de un mundo cofrade que no debe de parar pero tampoco debería saturar. Anda, poneros de acuerdo para que podamos estar todos”, originando las risas en el patio de butacas, en clara alusión a la gran cantidad de actos que, sobretodo en Cuaresma, copan el calendario del cofrade día tras día.
Tras esos primeros compases, la propia estructura del pregón se dividió en los cinco sentidos que durante las semanas previas tanto había hecho referencia la pregonera para, tomándolos como base, hacernos llevar mediante ellos a los aromas, los sonidos, las imágenes o el propio gusto de los dulces cuaresmales y así hablar de las treinta y dos hermandades que conforman nuestra Semana Santa. No siguió un orden predeterminado para hablar de ellas, ni por días de salida, ni siguiendo el orden habitual de la Pasión, ni tampoco dividiéndolas por barrios. Simplemente las fue agrupando en esos cinco sentidos y hablando brevemente de cada una de ellas, brindando para todas palabras emotivas y llenas de ternura, creando así la expectación entre los asistentes de ver cuál sería la siguiente en hacer referencia. También habló de los lugares, de los rincones, y fue viajando por toda la ciudad en busca de cada hermandad.
Con una declamación perfecta y un tono exquisito fue desgranando sutilmente su pregón hasta que llegó el momento de hablar de la Virgen de la Encarnación, hermandad a la que se siente muy vinculada. Al pronunciar el nombre de la dolorosa del Domingo de Ramos y explicar que ese es también el nombre de su madre, “la que me parió, la que ya no recuerda cómo me llamo yo”, la pregonera se rompió completamente y enseguida el auditorio le brindó su aplauso largo, caluroso y sincero que le sirvió para recomponerse y seguir adelante con el texto.
Hasta en diez ocasiones el público le brindó su aprobación en forma de aplausos. También a Felipe Cañizares cuando, al hablar la pregonera de la Hora Nona en el Campo del Príncipe, este hizo el tradicional toque del cornetín desde un palco, recreando dicho momento. De igual forma, Iván Centenillo brindó poco después una magistral saeta desde el mismo lugar, emocionada y aplaudida a partes iguales.
Tras el repaso por los cinco sentidos que hizo la pregonera, así como por todas las hermandades de nuestra Semana Santa, finalizó sus palabras “solicitando clemencia”, dando “las gracias, un os quiero y un he dicho”.
Una larga ovación y el público en pie pusieron el broche al pregón de Emilia Cayuela, el que será preludio de una Semana Santa en la calle nuevamente tras dos años de ausencia.
A continuación, el alcalde de la ciudad, Francisco Cuenca, subió al escenario para agradecer a la pregonera su trabajo y mostrarle su enhorabuena. También puso en valor el trabajo de los cofrades y de las cofradías en estos dos años de pandemia y habló de “llegar a un acuerdo para firmar pronto el convenio municipal con la Federación para los próximos cuatro años y dar así estabilidad a lo que hacéis”, en lo que a todas luces se interpretó como el ansiado aumento de la subvención municipal a las hermandades, ampliamente reclamado por estas y, por ende, por la propia Federación que las aglutina desde hace varios años.
Tras él fue el Vicario General, Francisco Espigares, quien subió y tomó la palabra en representación del Arzobispo de Granada, Fco. Javier Martínez, ausente nuevamente otro año más como ya es tradicional. Animó a vivir este tiempo de Cuaresma y Semana Santa desde la Fe y puso a los asistentes en pie para “rezar por la Paz, como ha dicho la pregonera”, teniendo así lugar la oración conjunta del Padrenuestro y del Ave María entre todos los asistentes al acto.
Con la intervención nuevamente de la Banda Municipal de Granada con la última de las marchas procesionales del mediodía, “Mayor Dolor”, así como los himnos de Granada, Andalucía y España se ponía fin a las casi dos horas y media de uno de los principales actos cofrades de la Cuaresma en Granada que anuncia la proximidad de la inminente Semana Santa.
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Informa Manuel Tabasco / Redacción GRANADA COFRADE