Cristo levantó las miradas al cielo de los cofrades que llenaron anoche el templo de San José de Calasanz.
Como cada Domingo de Pasión se volvió a celebrar ayer el traslado del Santísimo Cristo de la Expiración desde el altar mayor, donde había sido venerado durante todo el día, hasta el paso procesional situado bajo el coro del templo de San José de Calasanz. Una celebración dirigida por el párroco Juan Bautista Amat, y director espiritual de la cofradía escolapia. Se hizo el silencio mientras un solista interpretaba «Anima Christi», partitura del XIV que llama al recogimiento y adoración eucarística. Mientras tanto la imagen del Crucificado se había preparado para el traslado y subida, tarea inicial llevada a cabo por el grupo joven de la cofradía. Se había dispuesto un pequeño cortejo integrado por hermanos al que se había invitado a los hermanos mayores de la Oración en el Huerto y de Jesús de la Paciencia, además del coronel Jefe de la Base Aérea de Armilla, José Molino.
El templo totalmente abarrotado de cofrades y hermanos de la corporación se mantuvo a oscuras y en silencio mientras se procedió a la impresionante subida al paso procesional del Cristo de la Expiración, sobrecogiendo aún mas cuando ya elevado se escuchan los golpes del llamador para situar el paso en el sitio exacto del cajillo donde se ubica la Sagrada Imagen. Mandaba el paso su capataz, Agustín Ortega, mientras la imagen de María Santísima del Mayor Dolor permanecía ya en su paso de palio a la espera del Viernes Santo. Oración, recogimiento y reflexión fueron la tónica predominante en esta acto con el que finalizaba la jornada del Domingo de Pasión, en la antesala ya de la Semana Santa de 2023.