23 de noviembre de 2024
Actualidad

La familia, las devociones letíficas y la formación mariana y cristiana, en el pregón de Glorias, de Pepe Espinel

El Arzobispo de Granada presidió, por vez primera, el pregón celebrado en los Hospitalicos

«Te saludamos Angustias /de mis abuelos, refugio /en las horas de la lucha». De esta manera comenzaba el pregonero de las Glorias, convocado por la Federación de Cofradías y el Capítulo de las Glorias. Primero se dio a conocer el cartel pintado por Raúl Terriza, natural de Sevilla, y que traía a Granada su primer trabajo pictórico con la representación de San Juan de Dios, sujetando a un pobre actual recreando una de las más clásicas estampas del copatrón de Granada. Tomaron la palabra los presidentes de la Federación de Cofradías, Armando Ortiz, quien reclamó la incorporación del Capítulo de Glorias en la Federación y el propio presidente de las hermandades de gloria, Juan de Dios Morillas.

Después, José Espinel fue presentado por Pablo Cañas, presidente de la Archicofradía de María Auxiliadora de la Alhambra. El pregonero captó de inmediato la atención y la mantuvo durante los cuarenta minutos que tardó en desgranar el texto del pregón, presidido el acto por el arzobispo, monseñor Gil Tamayo, y acompañado por Raquel Ruz y Sandra Rodríguez concejalas que representaron  al Ayuntamiento; Enrique Medina, a la Diputación Provincial y Fernando Egea a la Junta de Andalucía. Estaban los hermanos mayores y presidentes de corporaciones de gloria y un lleno total en el templo de los Hospitalicos, de calle Elvira, con tan sólo cuatro hermanos mayores de cofradías de penitencia sentados entre el público asistente. 

Una a una fue dedicando unos minutos a las hermandades letíficas granadinas. «Esta primavera que estalla en colores ha querido entrar por una ventana que tiene vistas a la Alhambra, cuya reja está pintada en celosía y plagada de macetas con geranios reventones. La sierra parece que se estira, se desprende de una nieve que le estorba y se convierte en millones de bulanicos como lluvia de pétalos infinita para esta ciudad santa», dijo Espinel Calderón.

“La familia es el seno en el que se vive la fe, iglesia doméstica en la que desarrollar los valores cristianos del amor y la alegría, pero también es el lugar en el que buscar el brazo que te rescate cuando las fuerzas flaquean” dijo el pregonero quien valoró también los lazos familiares que nos unen a las tradiciones y costumbres religiosas. «Y qué bonito es sentirse persona de fe en una Hermandad, el lugar que nos iguala sólo y exclusivamente por nuestra dedicación a los demás y por el amor a nuestros Sagrados Titulares», apuntó. 

Un pregón rociero, del Perpetuo Socorro, del Corpus y de la Virgen de la Cabeza. Recorrió todo el calendario de procesiones de Gloria, reflejando a Consolación y Correa, San Juan de Dios o la devoción granadina que fue «e la primera ciudad española en jurar defender el dogma de fe de la Inmaculada Concepción de María Santísima y para conmemorarlo se construyó el monumento del Triunfo en 1626. Por eso, hablar en Granada de la Inmaculada Concepción son palabras mayores», después de recordar a la Virgen de la Cabeza, los Sagrados Corazones o la devoción a San Cecilio.

Un pregón que finalizó dedicándolo a su devoción a la advocación de Don Bosco de María Auxiliadora. El arzobispo dijo que no conoce los pregones «anteriores ni los que vendrán pero este ha sido único» después de un prolongado aplauso dedicado al pregonero, José Espinel Calderón.