28 de abril de 2025
Actualidad

La Candelaria recorrió la plaza de Santo Domingo en su breve procesión en el día de la Presentación de Jesús en el Templo

Hacía más de veinte años que la procesión de la Candelaria, de Santo Domingo, no recorría la plaza de su nombre, del barrio del Realejo. Y lo hizo a lo grande, lejanos aquellos años de comienzo de siglo en los que apenas una treintena de fieles precedían la imagen de la Santísima Virgen recorriendo este lugar alrededor de la escultura de Fray Luis de Granada. Ahora, después de la rápida recuperación de esta costumbre, la Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario, Copatrona de Granada, se vio acompañada por más de trescientas personas que obligó a doblar la fila por la plaza de Santo Domingo de manera que al unirse la cruz alzada del comienzo del cortejo aun no había salido la imagen de la Virgen y determinaron hacer un giro en dirección a la escultura del fraile dominico, rodearla y dar tiempo a que terminara de salir al imagen, vicaria de la del Rosario, que se emplea en estos últimos años para presidir la procesión.

Se había procedido a la bendición de las candelas, o velas, primeramente tras el rezo del rosario. Ya en uno de los bancos estaban los mayordomos de este año con los atributos tradicionales, el báculo o cetro que portaba Ramón Burgos y una emocionada Encarna Ximénez que llevaba en sus manos la imagen del Niño Jesús de la Virgen del Rosario, vestido primorosamente de cristianar. Participaban en el cortejo niños en gran número y unos de ellos portaban las jaula con los dos pichones en recuerdo de la ofrenda en la presentación de Jesús en el templo, y una tarta de nata que habitualmente se realiza en el convento de Zafra y que se conoce como «Tarta de Gloria» que al término de la celebración se da a degustar.

Costaleros de la Virgen del Rosario con Alberto Ortega al frente, y varios de sus segundos, se encargaron de portar la imagen de la Virgen que recorrió la plaza en apenas veinte minutos dando posteriormente paso a la celebración de la Eucaristía en un templo totalmente abarrotado de fieles.