«Una pintura que recoge la representación de la bóveda celeste en la que la Virgen de la Soledad está vestida con su terno de salida».
Álvaro Barea presentó el cartel de reconocimiento de Coronación de la Virgen de Soledad, obra de Andrea A. Ortega
“Esa gloria de cielos y tierra, de querubines, de sol y de una media luna apocalítica que nos muestra este cartel conmemorativo”. En esos términos describió el presentador del cartel del Reconocimiento de Coronación Canónica a la Virgen de la Soledad, Álvaro Barea, la pintura al óleo sobre tabla, obra de la granadina y hermana de la cofradía, Andrea Amor Ortega. Es un cartel en el que se representa a Nuestra Señora de la Soledad en un plano superior al reto de la pintura utilizando una singular pieza circular. Está basado «en una composición clásica que incorpora elementos significativos de la decoración pictórica del Real Monasterio de San Jerónimo», como ha descrito la autora su obra, para GRANADA COFRADE.
En la pintura ha plasmado «una representación de la bóveda celeste en la que Ntra. Sra. de la Soledad aparece revestida con su terno de salida. Sobre su testa porta ya la corona que el pueblo le regalara en 1885 y es cobijada por La Santísima Trinidad que contempla la escena bendiciendo dicho acontecimiento. El acto con completan ángeles que juguetean alrededor de la Virgen, portando diversos objetos. Uno sostiene un libro con la inscripción “Tota pulchra es María” y otra pareja, representación de los que aparecen en el monasterio, portan en una cinta el epígrafe “Macula non est in te” , completando así la siguiente oración: “Eres toda belleza, María” y “El pecado no está en ti”. De esta forma se hace un guiño a la advocación del Monasterio y su contenido. Otros dos ángeles aparecen orantes y, un tercero, basado en su homónimo del cuadro que se encuentra siempre detrás de la Virgen en su capilla, le ofrece a ésta una bandeja con la fruta de la granada abierta, símbolo de la ciudad que se convierte al catolicismo.
“Cuantas generaciones de granadinos se habrán postrado delante de Nuestra Señora de la Soledad para contarle sus secretos. Cuantas veces sus ojos entreabiertos habrán sido el bálsamo que curara la incomprensión y la necesidad. Cuantos suspiros habrá prendidos en ese escueto tocado tan sábiamente puesto ciñiéndole el rostro a la gran Señora de Granada?”, dijo que «la Virgen de la Soledad que legó Pedro de Mena a Granada fue una guarida para Granada. Entre las joyas que las aderezan van prendidas las nostalgias de los suyos y cuando te acercas a contemplarla notas esa sacra unción de las peticiones prendidas en el tiempo”. Palabras emotivas y sencillas que bien reflejaron el sentimiento de generaciones granadinas por esta imagen de la Santísima Virgen y con «esa antiguedad de ráncio abolengo que tienen las cosas buenas de toda la vida, con esa sabia elegancia de quien lo tiene todo pero no quiere ni necesita destacar».