Historia, música, costalería, reflexión, espiritualidad, belleza y barrio, en el pregón de Juanjo Ibáñez a la cofradía de la Estrella.
Ámplio repaso a la vida cofrade de la hermandad albaicinera vista desde el corazón de un cofrade que nunca se fue
«Suscribo un contrato perenne que suscribo repleto de afecto con toda la hermandad de la Estrella con la que desde hace unos años vengo compartiendo vivencias», dijo el pregonero de la cofradía de la Estrella al comenzar sus palabras de anoche. Previamente se habías trasladado los Titulares de la cofradía desde el templo de San Cristóbal hasta el Salvador donde en las próximas fechas se desarrollarán los Cultos Cuaresmales de esta cofradía.
Juanjo Ibáñez fue el encargado de pronunciar un pregón que se salió de la linea poética pero escrito en una prosa llana y sencilla, lanzada al corazón de los hermanos en los que Ibáñez Martínez dejó bien claro su vinculación con la Semana Santa, mostrando sus recuerdos de hace años vividos en torno a la hermandad y a su agrupación musical y sobre todo desentrañando con sentimiento y experiencia «los cinco sentidos del cofrade» para disfrutar y comprender la esencia de las hermandades. Juanjo Ibáñez habló de las cuadrillas de costaleros, de la evolución de «La Decana», la agrupación musical de la cofradía a la que definió como «la conquistadora de los nuevos mundos musicales que estaban por llegar». Habló de la incorporación de nuevas generaciones a la Semana Santa y de la importancia de «que todos nosotros los que estamos aquí debemos ser conscientes de que en una pequeña o grande proporción estamos colaborando en hacer la Semana Santa de dentro de varios siglos».
Lo que no parecía más que un pregón de la estética cofrade se fue convirtiendo poco a poco en un compromiso espiritual. Dijo el pregonero que «muy pocas veces tenemos la ocasión de percibir un evento en el que los cinco sentidos físicos y cuantos existan en el ámbito espiritual queden sacudidos por tantos ataques de belleza» y mas adelante confirmó que «los sentidos del alma, todas las ventanas a través de las que nuestro espíritu ve, oye, toca, respíra, paladea, siente, huye, también se emborrachan y se desbordan ante ese cúmulo de experiencias que supone una estación de Penitencia. Se reza, se reflexiona, se pide, se llora, se calla, se recuerda, se inspira, se desahoga, se reta, se construye, se purifica, se cose, se hiere, se respeta… y todo en el transcurso de unas horas en las que nos proponemos dedicar un tiempo a detener nuestro tiempo de la vida ordinaria en la que apenas somos capaces de prestar atención a los que importa», indicó. «La estación de penitencia no debería ser sólo un momento mas en el día a día de nuestra vida en la hermandad, sino el momento en el que podemos hacer el ejercicio más bello, la gimnasia más efectiva hacia uno mismo mismo. Oírse, ponerse en paz con su conciencia, mirar a su Dios con humildad pero a la cara, pedir perdón, agradecer los que se tiene» dijo Juanjo Ibáñez.
El barrio del Albaicín, la importancia de cofrades como Francisco Martínez Ladrón de Guevara o la presencia de la mujer en nuestras hermandades «o de manera más específica en esta cofradía donde la mujer está siempre muy presente». Recordó los cuarenta años de la hechura de la Virgen de la Estrella «en unos años en los que Dubé de Luque era referente de la imaginería en Andalucía». Su última reflexión fue un reconocimiento al Albaicín y a sus vecinos, a quienes pasan dificultades y penurias en unos años difíciles».