El traslado a Santa Ana y San Pedro y San Pablo se realizará hoy sábado a las seis de la tarde.
Las imágenes del Santísimo Cristo de la Misericordia y de Nuestra Señora de la Soledad en el Calvario, ambas de José de Mora, presidieron anoche el Vía Crucis de las cofradías de Granada en el interior de la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Granada. Una tarde en el que el sol hizo acto de presencia al igual que baja temperatura y que al final la lluvia interrumpió una vez que había concluido y sin llegar a salir del templo Metropolitano. Reunidos los miembros de ambas juntas de gobierno acordaron suspender el regreso y aplazarlo a esta tarde, a las seis, desde la Catedral y hasta la parroquia de San Pedro y San Pablo «todo igual según lo previsto», señaló a nuestra redacción el hermano mayor de la cofradía del Cristo de la Misericordia.
Había transcurrido la tarde con total normalidad si bien las previsiones meteorológicas señalaban lluvia para la tarde, sin llegar a hacer acto de presencia. Un impresionante gentío acompañó al cortejo desde su salida y hasta el rezo en la Catedral dándose la circunstancia de que el propio prelado granadino, monseñor Gil Tamayo, dio orden al personal de la Catedral para que se abriera la puerta y el público y fieles pudiesen pasar al interior del templo y ocupar los bancos de la nave central para seguir el rezo de las estaciones. Nada que ver con las treinta y una ediciones anteriores. Alrededor del templo se siguió el rezo de las estaciones en las que distintos responsables de la Federación de Cofradías y de la Diócesis dieron lectura a la estaciones y quedando para la participación del arzobispo la oración de cada una de ellas. Las estaciones se marcaban con las cruces penitenciales de la hermandad del Silencio. El prelado granadino estuvo acompañado por el dean, Eduardo García, los canónigos Manuel García y Antonio Muñoz, y el vicario general de la diócesis, Enrique Rico Pavés.
El traslado hasta la Catedral resultó impresionante por el absoluto silencio en todo el recorrido, especialmente en la Carrera del Darro, y al llegar a la plaza de las Pasiegas donde ni el siseo se empleó para acallar el escaso ruido que se producía antes de la llegada de la comitiva religiosa.
El cortejo se había integrado por una numerosa participación de hermanos de las cofradías granadinas, seguidos por treinta y cinco parejas de hermanos de la cofradia del Cristo de la Misericordia y diez de la hermandad del Santo Sepulcro, seguidos de los guiones corporativos de ambas cofradías. Cerraba el cortejo la junta de gobierno de la Federación de Cofradías y en la presidencia el presidente, Armando Ortiz, junto a los hermanos mayores de ambas hermandades y los ediles Francisco Almohalla, de Participación Ciudadana y Carolina Amate, de Fiesta Mayores, junto al edil socialista Juanjo Ibáñez.
Las andas procesionales eran portadas por una cuadrilla de costaleros de ambas cofradías penitenciales a las órdenes de Álvaro Jiménez Herrera, capataz del Cristo del Silencio, y Juan Antonio Fernández, de la Virgen de la Soledad en el Calvario.